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Betty ha sido diagnosticada recientemente de demencia y ha sufrido caídas en los últimos tiempos. Su movilidad general es muy buena y acude caminando a diario a hacer sus compras. No recuerda haberse caído nunca. Los servicios sociales han asumido el caso y están preocupados por la seguridad de Betty en su hogar.
Betty tiene un hermano que vive cerca y que la ayuda cuando puede, porque también es mayor y tiene problemas de salud. Su hija vive demasiado lejos como para acudir rápido a socorrer a su madre en caso de que necesite ayuda. Cuando se le pregunta por sus caminatas, Betty no recuerda haber salido de casa horas antes y, cuando se le dice lo contrario, se pone muy melancólica y sensible.
Durante algún tiempo, tuvo instalado en su hogar un servicio de teleasistencia, puesto que durante su evaluación Betty se mostraba convencida de que pulsaría el botón de su colgante de alarma si necesitaba ayuda. Cuando se le preguntó qué haría si hubiese fuego en casa, respondió que llamaría al médico.
El suministro de gas de su cocina también se ha desconectado, puesto que no es la primera vez que se olvida la comida al fuego y el humo alerta a los vecinos. En su casa también hay una chimenea de gas que usa cuando hace frío. Se recomendó la instalación de los siguientes equipos: alarmas de humo en la planta superior y la planta baja, un sensor de ocupación de la cama para vigilar si Betty se levanta por la noche y no regresa, y una alarma de monóxido de carbono para la chimenea de gas.
Las ventajas de disponer del sistema de teleasistencia y del colgante de alarma son que Betty pueda seguir viviendo en su hogar todo el tiempo que pueda y quiera hacerlo, así como la tranquilidad para toda su familia.
Betty tiene más de 90 años y lleva viviendo sola en una antigua casita de campo más de 50 años. Betty sufre demencia y ha tenido episodios de deambulación nocturna que preocupan mucho a sus vecinos, quienes suelen estar pendientes de ella durante el día.